Hepatitis, conceptos, tipos, pruebas y tratamiento.


La hepatitis es una inflamación del hígado que puede ser causada por virus, por fármacos, por alcohol, por enfermedades hereditarias o por el propio sistema inmune del paciente.
Esta inflamación puede ser aguda y resolver en pocas semanas o meses o puede ser crónica, durando varios años.

Conceptos:

Las hepatitis crónicas pueden ser silentes durante 20 años o más antes de causar síntomas relevantes relacionados con una lesión progresiva en el hígado como la cirrosis (cicatrización y pérdida de función), el cáncer de hígado o la muerte.

El hígado es un órgano vital localizado en la parte superior derecha del abdomen.
Realiza varias funciones en el organismo entre las que se encuentran el procesado de los nutrientes, la producción de bilis para ayudar a la digestión de las grasas, la síntesis de proteínas importantes, el control de la formación de coágulos y la transformación de sustancias potencialmente tóxicas para el organismo en otras inocuas que se puedan utilizar o eliminar.

En casos graves, la inflamación puede interferir en estos procesos y permitir que las sustancias potencialmente tóxicas se acumulen.

Los síntomas de la hepatitis son los mismos independientemente de la causa, pero pueden variar según la persona y a lo largo del tiempo.

En las hepatitis agudas, los síntomas suelen ser suaves y puede confundirse con una gripe.
Estos síntomas pueden ser fatiga, náuseas, pérdida de apetito, fiebre y dolor abdominal.
En otras personas puede aparecer ictericia, picor, oscurecimiento de la orina y pérdida de color de las heces.

En la exploración puede observarse un higado sensible y agrandado a la palpación.

Sintomatologías:
Las hepatitis crónicas suelen no tener síntomas o puede percibirse únicamente una pérdida de energía y cansancio.
En algunas personas, las hepatitis crónicas pueden provocar un daño gradual en el hígado que, al cabo del tiempo, puede causar una insuficiencia hepática.

La forma crónica de la hepatitis suele permanecer durante muchos años y no se cura sin tratamiento.

Hepatitis víricas
La causa principal de la hepatitis es una infección vírica.
Los virus asociados a hepatitis se identificaron por orden de su descubrimiento: A, B, C, D y E Hepatitis A.
Se propaga a través de agua y comida contaminadas con materias fecales.
El Center for Disease Control and Prevention (CDC) estima que por lo menos una tercera parte de la población de Estados Unidos padecerá hepatitis A en algún momento de su vida.
Los síntomas son muy parecidos a los de la gripe y no suelen asociarse a hepatitis.
La mayor parte de la gente se recupera totalmente a los 6 meses.

Hepatitis B
Es la causa más frecuente de las hepatitis víricas agudas.
Se contagia a través de la sangre, por agujas infectadas o a través de las relaciones sexuales o de madre a hijo.
Cada año se detectan en Estados Unidos unos 73.000 nuevos casos; ha sufrido un descenso comparado con los años 80 cuando se detectaban 260.000 casos nuevos cada año.
La mayor parte de la gente mejora sin requerir tratamiento pero entre el 1 y el 3% se vuelven portadores, enfermos crónicos que pueden seguir contagiando. Los recién nacidos son especialmente vulnerables a la infección crónica y cerca del 90% de ellos serán portadores. Gracias a la puesta en marcha del cribado de hepatitis B en mujeres embarazadas y a la vacunación de los recién nacidos, ha descendidoel número de bebés infectados.
Actualmente, la mayor parte de las hepatitis crónicas se dan en paises del sudeste asiático y de África donde la infección en recién nacidos aún es muy frecuente.

Hepatitis C

Se contagia por exposición a sangre contaminada.
Entre los mecanismos de contagio cabe destacar el uso compartido de agujas entre drogadictos; el uso de equipos contaminados para realizar piercings o tatuajes; la exposición del personal sanitario a agujas contaminadas u otros objetos afilados; a través de relaciones sexuales que comportan pequeños desgarros tisulares; de madre a hijo a través del canal del parto; o a través de heridas.
Es menos frecuente que la hepatitis B, como causa de hepatitis aguda, pero es la causa más frecuente de hepatitis crónica. Según el CDC, cerca del 55 al 85% de los expuestos a este virus desarrollarán una hepatitis crónica.

Hepatitis D y E.
Son poco frecuentes.

La Hepatitis D

Unicamente causa infección cuando está presente el virus de la hepatitis B y puede provocar que esta infección sea más grave.
Se suele contagiar a través de la exposición a sangre o a agujas infectadas.


La hepatitis E
Se contagia de manera parecida a la hepatitis A y se encuentra fundamentalmente en Asia, África y América del Sur.

Hepatitis inducida por sustancias químicas

El hígado es responsable del metabolismo del alcohol, los fármacos y las toxinas ambientales.
Transforma estos compuestos en sustancias que puedan utilizarse y posteriormente excretadas por el organismo.
Algunos fármacos o drogas pueden causar lesiones hepáticas cuando una persona sufre una exposición a dosis altas de estos productos.
Un ejemplo de estas sustancias es el paracetamol, un conocido análgesico.
A dosis terapéuticas, es un buen análgesico pero a dosis elevadas o combinado con alcohol puede provocar una insuficiencia hepática que puede llegar a comprometer la vida.
El consumo excesivo de alcohol, por si mismo, es también tóxico para el hígado y es una de las causas más frecuentes de hepatitis inducida por sustancias químicas.
Algunos fármacos pueden ser potencialmente dañinos para el hígado.
Este efecto no puede ser precedido y parece estar relacionados con algún tipo de reacción alérgica al medicamento.
Estos fármacos son los anestésicos, antibióticos, esteroides anabolizantes y la medicación para las embolias.

Formas hereditarias de la hepatitis

Algunas enfermedades hereditarias pueden aparecer de forma primaria causando una hepatitis aguda o crónica.
La más frecuente de estas enfermedades es la hemocromatosis, una enfermedad hereditaria que se asocia a grandes cúmulos de hierro en el organismo.

El hígado es uno de los principales órganos dañados y a veces una hepatitis crónica puede deberse a una hemocromatosis.

La deficiencia de alfa-1-anitripsina es también una situación patológica hereditaria relativamente común y es muy frecuente en niños que sufren esta enfermedad que padezcan también hepatitis crónica o aguda.
En adultos, la complicación hepática suele ser dificil de detectar... tanto la cirrosis como el cáncer de hígado son mucho más frecuentes en los pacientes con déficit de alfa-1-antitripsina.

Un trastorno hereditario mucho menos frecuente, la enfermedad de Wilson, se asocia a la acumulación de exceso de cobre en el hígado, el cerebro y en otros tejidos.
Esta enfermedad puede provocar tanto hepatitis crónica como aguda.
Si no se trata, la enfermedad de Wilson progresa y puede resultar fatal.

Hígado graso no alcoholico (HGNA) y hepatitis crónica
Una de las principales causas de las hepatitis crónicas es el exceso de grasas acumuladas en el hígado.
Este trastorno sucede frecuentemente en pacientes con síndrome metabólico, una combinación de diversos trastornos como la obesidad (especialmente la acumulación de grasa en la barriga), hipertensión, niveles elevados de triglicéridos, niveles bajos de HDL colesterol y resistencia a la insulina o diabetes mellitus tipo 2.
Una de la formas más severas de hepatitis se conoce como esteatohepatitis no alcoholica (EHNA).
No existen pruebas de laboratorio para diagnosticar la HGNA o la EHNA que no sea la biopsia hepática.

Hepatitis autoinmune
La hepatitis autoinmune suele ser una forma crónica de hepatitis que conduce a una lesión progresiva del hígado; en un 25% de los casos puede presentarse como una hepatitis aguda.
Es más frecuente en mujeres que en hombres; de hecho según la "Amercan Liver Foundation" el 70% de los afectados son mujeres.
Por causas aún desconocidas, el sistema inmune del organismo ataca al hígado.
La hepatitis autoinmune puede estar asociada a la presencia de otras enfermedades autoinmunes como la diabetes tipo 1, la colitis ulcerosa y el síndrome de Sjögren.

Pruebas relacionadas:


La sospecha de hepatitis aguda suele hacerse debido a los síntomas (fiebre, pérdida de apetito, náuseas), normalmente acompañados de oscurecimiento de la orina, coloración amarillenta de la piel y la conjuntiva (ictericia).

La hepatitis crónica suele detectarse mediante resultados anómalos en la analítica.

En algunas ocasiones se realizan pruebas de exposición a hepatitis B o C debido a comportamientos de riesgo (consumo de drogas ilegales, promiscuidad sexual) o en el momento de donar sangre.

La hepatitis (especialmente la crónica) puede detectarse por primera vez a través de un resultado anómalo durante un examen médico rutinario, por ejemplo, en un panel metabólico.
El panel metabólico es un conjunto de pruebas que suelen solicitarse de manera rutinaria en el examen médico anual.

En un paciente que presenta pocos o ningún síntoma, estas pruebas pueden ser el primer indicador de inflamación o lesión hepática.
Las pruebas se utilizan tanto para detectar lesión hepática como para evaluar su severidad. Estas pruebas son:

- Alanina aminotransferasa (ALT).

Es un enzima que se encuentra principalmente en el hígado; es la mejor prueba para la detección de las hepatitis.

- Fosfatasa alcalina (ALP).
Es un enzima relacionado con los conductos biliares; suele encontrarse elevado cuando hay una obstrucción de estos conductos.
Cuando hay evidencia de enfermedad hepática, una concentración muy elevada de ALP puede indicar una oclusión de los conductos biliares.
La ALP suele encontrarse elevada en pacientes con cáncer que se ha expandido al hígado y a los huesos; entonces, el médico suele solicitar más pruebas para comprobarlo.
Si un paciente con cáncer de hígado o de huesos responde bien al tratamiento, la concentración de ALP descenderá.
Cuando hay un aumento de ALP y no se conoce la causa, se puede solicitar la determinación de isoenzimas.


¿Cuándo se solicita?
La ALP suele formar parte del perfil de rutina del laboratorio, y a menudo forma parte de una serie de pruebas llamadas perfil hepático.

¿Qué significa el resultado?
Dado que los valores de referencia dependen de muchos factores, incluyendo la edad del paciente, el sexo, las características de la población y el método utilizado, los resultados numéricos de los análisis tienen diferentes interpretaciones en distintos laboratorios.
Una concentración elevada de ALP indica daño hepático y óseo.
Si hay elevación de otras pruebas hepáticas como la bilirrubina, aspartato aminotransferasa (AST) o alanina aminotransferasa (ALT), la ALP proviene del hígado.
Por otro lado, si son el calcio y los fosfatos los que presentan resultados anormales, la ALP proviene de los huesos.
En algunos tipos de enfermedades hepáticas, como la hepatitis, la concentración de ALP está mucho menos elevadas que los de AST y ALT.
Cuando hay una oclusión de los conductos biliares (normalmente por cálculos biliares, escaras de cálculos biliares previos o por cáncer), la ALP y la bilirrubina están mucho más elevadas que los de AST y ALT.
En algunas pocas enfermedades hepáticas, la ALP es la única prueba que se encuentra elevada.
La ALP puede ser la única prueba que se encuentra elevada en algunas enfermedades óseas, como la enfermedad de Paget (enfermedad en la que los huesos se alargan y se deforman) o en algunos tipos de cáncer que se expanden a los huesos.
En algunas ocasiones el médico puede no saber la causa exacta de la elevación de la ALP y necesita solicitar otras pruebas.
En estos casos suele solicitarse la determinación de GGT que se sintetiza en el hígado pero no en los huesos.


¿Hay algo más que debería saber?
La concentración de ALP puede aumentar durante el embarazo.
Los niños tienen valores de ALP más elevados debido a que sus huesos están creciendo y la concentración de ALP suele ser muy elevada durante el "estirón", que se da a diferentes edades en hombres y mujeres.
Algunos fármacos pueden ocasionalmente elevar la ALP, especialmente los que se utilizan en el tratamiento de problemas psiquiátricos.

Aspartato aminotransferasa (AST).
Es un enzima que se encuentra en el hígado y también en otros sitios, particularmente en el corazón y en otros músculos.
Bilirrubina. Es un producto de deshecho que se genera a partir de los hematíes viejos; es un pigmento amarillo que provoca ictericia y oscurecimiento de la orina cuando está presente en grandes cantidades.

Albumina.
Es la principal proteína que sintetiza el hígado e informa de cómo el hígado está fabricando dicha proteína.

Proteínas totales.
Es la medida de la albumina y las otras proteínas en sangre, incluyendo los anticuerpos que se fabrican para luchar contra las infecciones.

Pueden solicitarse otras pruebas cuando se sospecha la presencia de formas específicas de hepatitis o cuando se quiere descartarlas como son:

Pruebas virales.
Existen una gran variedad de pruebas antigeno-anticuerpo específicas para las hepatitis A, B y C .

La presencia de formas de hepatitis hereditarias suele sospecharse si hay una historia familiar de enfermedad hepática.

Las pruebas más frecuentes que se realizan para detectar este tipo de patología suelen ser el hierro sérico, la capacidad total de fijación de hierro y la ferrritina para la hemocromatosis y la alfa-1-antitripsina para los déficits de esta proteína.

La determinación de la ceruloplasmina y del cobre en la sangre pueden ayudar al diagnóstico del Síndrome de Wilson.

El organismo suele eliminar el exceso de cobre hacia la bilis pero algunas cantidades de este cobre también se unen a un enzima llamado ceruloplasmina.

En la enfermedad de Wilson, el proceso de unión y eliminación no funciona bien de manera que se encuentran valores disminuidos de ceruloplasmina en la sangre y concentraciones elevadas de cobre en la sangre, la orina y en el hígado.
Las hepatitis causadas por sustancias químicas, drogas o alcohol no suelen diagnosticarse mediante pruebas de laboratorio.

Se llega al diagnóstico mediante el examen del paciente y mediante un cuestionario sobre la posible ingesta de sustancias químicas, drogas o alcohol y donde se pueda aplicar, evaluando los peligros a los que el paciente ha estado expuesto en su puesto de trabajo, como los disolventes industriales.

Hepatitis autoinmune.

Suelen solicitarse una gran variedad de autoanticuerpos, incluyendo isoanticuerpos antinucleares (ANA), tanto para detectar la hepatits autoinmune como para detectar la presencia de otras enfermedades autoinmunes.
Tiempo de protrombina (TP). Esta prueba suele solicitarse en pacientes con sospecha de hepatitis o con hepatitis; las proteinas que se encargan de formar los coágulos de sangre se sintetizan en el hígado.
Un alargamiento del tiempo de protrombina ayuda a valorar la gravedad de la lesión hepática.
Biopsia hepática.
Se inserta una aguja en el hígado y se extrae una pequeña cantidad de células que posteriormente serán analizadas al microscopio por un anatomopatologo.
Es la prueba definitiva para diagnosticar estas enfermedades.

Puesto que se trata de una técnica invasiva, sólo se emplea cuando los resultados de las otras pruebas no son concluyentes o cuando se quiere determinar el alcance de la lesión hepática.


Tratamiento


El tratamiento de la hepatitis consiste en una combínación de prevención, ayuda, alivio de los síntomas, tratamiento de los trastornos secundarios y medicación.
La incidencia de nuevos casos de hepatitis víricas ha descendido debido al uso de inyecciones seguras y a las prácticas sexuales seguras (importantes para la prevención de las hepatitis B y C) y la disponibilidad de vacunas para las hepatitis A y B (actualmente, no existe vacuna para la hepatitis C).
Las técnicas de cribado de hepatitis B y C en la sangre han eliminado prácticamente el contagio de estas enfermedades por transfusiones sanguíneas.

El programa de cribado sistematico de hepatitis B en mujeres embarazadas y la vacunacion inmediata del recién nacido, si la madre estaba infectada por el virus, ha hecho disminuir de manera sustancial los nuevos casos de hepatitis B.
El respaldo y el alivio de los síntomas suelen ser los únicos tratamientos que se requieren para tratar las hepatitis víricas agudas A, B y C.

Las hepatitis causadas por parásistos o bacterias resuelven tratando la infección. Las hepatitis por drogas, sustancias químicas o alcohol suelen solucionarse evitando la toxina.

En la mayoría de los casos las hepatitis agudas resuelven con el tiempo.

En las hepatitis crónicas, el objetivo es minimizar las posibles lesiones hepáticas, tratar los trastornos secundarios que provocan o exacerban la hepatitis y prevenir el contagio.

Existe un tratamiento para las hepatitis B y C (ver tabla de hepatitis vírica) pero no es efectivo en todos los casos.

Las hepatitis autoinmunes suelen tratarse con agentes supresores del sistema inmune, como la prednisona y la azatioprina (Imuran), aunque estos tratamiento tampoco son efectivos en todos los casos.
Existen tratamientos específicos para las formas hereditarias de la hepatitis.
En el caso de hígado graso no alcoholico, la pérdida de peso (en aquellos que son obesos) suele conducir a una mejora de la hepatitis, y estudios recientes sugieren que puede ser útil el uso de fármacos que reducen la resistencia a la insulina.

Continuamente aparecen nuevos tratamientos, vacunas y estrategias de prevención para la hepatitis.
Es importante conocer los riesgos y beneficios de los nuevos tratamientos disponibles.

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Enlaces
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